lunes, 30 de noviembre de 2009

Sobre la brevedad

Ayer estaba sentado con mi viejo en un restaurante chino en el culo/sur de la ciudad. La conversación dio vueltas y terminó, a manera de mosca inquieta, parada sobre el tema de la brevedad discursiva en el texto escrito. Llegamos a ese neurálgico punto después de una crítica acertada y venenosa a la cepa de juntapalabras que hoy día pasan por escritores. Al final, como era de esperarse, llegamos a una conclusión compartida (de antemano): emperifollar innecesariamente un discurso escrito es prueba irreductible de que, tras toda la parrafada, no hay más que vacío.
La literatura de hoy, si es que se le puede llamar eso, es un mundillo de humo y espejos. Las masas lectoras, a falta de bagaje intelectual y lecturas de calidad, tragan felizmente la perorata de los "escritores" modernos y juran, desde esa insultante ignorancia pecadora, que leen libros. ¡Tan es así que la gente hasta tiene los cojones de recomendarme lo que leen!
¿Y de dónde viene el amor a la jerigonza? Creo que hay que repartir la culpa a partes iguales: academia, intelectuales de poca monta y los imbéciles que se tragan todo y asisten en su virulenta propagación.
Por mi parte me niego a someter mi discurso a ese vocabulario rococó que va en clara oposición a cualquier cosa que se asemeje a un positivismo literario. Ya lo dijo el maestro Bukowski: "La genialidad puede ser el decir una cosa complicada de una forma simple." Claro está, si vamos a hablar de discursos vacíos, el maestro también dijo:"El mal gusto ha creado muchos más millonarios que el buen gusto."

viernes, 20 de noviembre de 2009

Sobre Nietzsche

En 1882 Nietzsche escribió lo que pasaría a ser la declaración más famosa de la filosofía moderna: "Dios ha muerto." Lo que mucha gente no sabe es que también escribió una multiplicidad de cosas que, relativamente rápido, pasaron a ser realidades históricas. Por ejemplo, Nietzsche habló sobre un futuro donde el mundo perdería la fe en Dios y se dedicaría a actos barbáricos y, en pocas palabras, a joder al prójimo. Poco después de escribirlo, y en estos temas históricos menos de un centenario no es nada, llegaron los Nazis y la dulzura de la Rusia comunista.
Nietzsche también predijo "guerras como nunca ha visto el mundo" antes de la primera y segunda guerra mundial (efectivamente, lo escribo en minúscula porque me da la gana). Además, el filósofo profetizó la desaparición de la Verdad y la llegada de una multiplicidad de verdades pequeñas, adaptables y convenientes.
En cualquier caso, mi intención hoy no es demostrar más allá de toda duda razonable que Nietzsche le comió los dulces a Nostradamus: lo que pretendo es demostrar que Nietzsche se quedó corto.
Para demostrar el asco redondo en que hemos convertido el planeta...basta con un botón de 100 millas de largo por 35 de ancho. He aquí una pequeña lista de titulares del día de hoy:
1- Intentó robar bebé tras sufrir dos abortos
2- Le roban "four track" a la Policía
3- Hombre se ahorca en celda de cuartel
4- Hallan un cuerpo calcinado en Ponce
5- Roban en armería de Fajardo
6- Se dispara la cifra de asesinatos
Ja! ¿Y a nivel mundial?
1- Retiran de eBay sangre y restos de Mussolini
2- Madre se envenena junto a sus tres hijas
3- Hallan quemado a famoso transexual
4- Icebergs amenazan Nueva Zelanda
5- Hallan muerta a "top model" en París
6- Pandilla mataba gente para vender su grasa
7- Misiles estadounidenses matan ocho civiles
No sigo, pero hay más. Algunas cosas, la de la grasa, por poner un ejemplo, parecen sacadas de una novela de Richard Laymon. Otras, como la de Mussolini y el robo a la Policía, dan una risa del carajo.
Resumen: si Dios no ha muerto, está de vacaciones. Al próximo que me hable de Nostradamus le voy a dar en la cabeza con una copia de Así habló Zaratustra.
No se preocupen, hay otras opciones. Por ejemplo, la que ofrece el genial Bunbury: "O todo el mundo está loco o Dios es sordo."

jueves, 12 de noviembre de 2009

De libros


Mis ojos lloran. Bram Stoker se retuerce en su tumba. Stephenie Meyer es el anticristo.
Me explico: el caballero de la foto es Bram Stoker, "padre" literario de Drácula y responsable de lanzar el vampirismo al consciente colectivo. Stephenie Meyer es el último fenómeno literario... y comparte las mismas insípidas caracerísticas que tanto me molestaron de sus precedentes: poco talento, temas trillados, historias tontas, vocabulario facilón, poca profundidad y el "talento" de parir ladrillos de más de 500 páginas como si se tratara de una lista de supermercado.
¿Por qué me hierve la sangre? Por que la imbécil sin talento de Meyer ha vendido 70 millones de copias de su historieta y ha sido traducida a 37 idiomas. No crean que me baso en infundadas opiniones pasionales: he leído pedazos de sus novelas en Internet buscando la razón primordial de su éxito. ¿Qué encontré? Prueba innegable de que el mundo está lleno de descerebrados.
Sigamos. Un vistazo a la lista de best-seller del New York Times nos da más información dolorosa:
1- John Grisham ha vuelto a reciclar la misma novela que lleva más de una década reciclando... y se vende muy bien.
2- Aunque gracias a todos los santos no es #1 en ventas, el enano mental de Dan Brown insiste en intentar escribir... y la gente insiste en leer lo que escribe.
3- Nora Roberts: Por favor, relean en comentario sobre John Grisham.
4- Anne Rice: Carajo, ¿de verdad tengo que decirlo?
5- Danielle Steel: Me niego. A la mierda. No aguanto más.
Lo demás son individuos que, aunque saben escribir, ya son figuras perpétuas que no aportan nada nuevo al panorama: David Baldacci, James Patterson, Patricia Cornwell, John Irving, etc.
Encima de esto, tenemos una autobiografía, co-escrita, claro está, de Hulk Hogan, un libro nuevo de Stephen King, el hecho de que se siguen vendiendo libros de Pablo Conejo y la grave amenaza de que Ricky Martin va a convencer a alguien de que escriba su libro... !el terror invade mis entrañas!
¿Y qué de América Latina? La cuna de grandes escritores... palidece. Stephenie Meyer es número en ventas de varios países y lo demás... nah, renuncio.
Me queda de consuelo las ventas de la trilogía de Larsson y lo nuevo de Saramago.
¿Y yo? Sobreviviendo el semestre a base de Pynchon, Leonard, Breslin, Levin, Miller, Lee Burke, Mailer, DeLillo y las promesas de Theroux y Gifford. ¿Futuro? El mío está claro: cacería sin fin todos los fines de semana. Este fin de semana me concentro de Henry Miller, Harry Crews, Barry Gifford, James Ellroy y Patti Smith.
¿Un post muy largo? ¡Jódanse y lean!

lunes, 2 de noviembre de 2009

La gran burbuja

Se despeña la economía y ¿qué hace la gente? Regresan a la universidad. Como si no fuera suficiente el tener a una enorme manada de animales jóvenes estudiando cosas en las que jamás podrén ejercer, ahora los campus del mundo se pueblan de viejos despedidos en busca de resucitar algún ideal rebelde que dejaron caer por un cheque que ahora les falta.
Y ése no es el único problema de la academia: los jóvenes que caminan por sus entrañas no se preocupan por desarrollar ideas nuevas, le escapan al pensamiento crítico como los gatos al agua, aborrecen el esfuerzo, detestan escribir y no se leen un libro ni en defensa propia.
La academia es la gran burbuja y me parece que, si la economía no mejora pronto, la burbuja va a estallar.
Tengo la oportunidad de trabajar con 32 estudiantes de bachillerato casi a diario... y lo que veo es deprimente. Mis estudiantes cursan estudios en una de las mejores universidades del mundo, pertenecen a ese escogido grupo del 10% que lidera su clase y recibe aceptación inmediata a la universidad, vienen de familias de padres profesionales y... son bastante imbéciles. Con este cuadro, ¿qué no espera dentro de un par de años? La imágen de un mundo en manos de estos enanos mentales que no pueden sostener una conversación en su idioma natal sin intercalar un tonto "like" entre cada palababra es algo que me causa pesadillas.
De la misma manera en que el fracaso del ideal fordista empujó a un inmenso grupo de descerebrados a abandonar la fábrica y lanzarse a joder la industria de servicios, hoy el ideal igualitario de la educación obliga a individuos que estarían mejor en una fábrica a intentar conseguir una educación universitaria. ¿Acaso se cocinan solos los hamburgers? ¿Ya no se necesitan mecánicos, barrenderos, cajeras, recogedores de basura, taxistas, putas, strippers, asesinos a sueldo, políticos, etc? ¿Por qué insistimos en mandar a todo el mundo a la universidad y despreciamos las carreras que se aprenden con un experto (por ejemplo, la agricultura, la soldadura, la zapatería, la plomería, etc.)?
En nuestro afán por hacer de la universidad un espacio para todos, se nos olvidó la regla más importante: para estudiar hay que tener cerebro.